Hoy después de un pequeño recordatorio a la gente que aún no hizo el blog, o lo hizo pero no le da de comer, seguimos comentando nuestro problema, no sabemos escuchar. Merino nos comentó que después de pensar en ello, llegó a algunas conclusiones. La primera es que nos da igual que no nos presten atención cuando hablamos, algo que pudimos comprobar en la clase anterior. Y la segunda, y más sorprendente, la estructura de nuestra cabeza. Nos explicó que nuestra generación tiene la cabeza construida de otra forma distinta a la de las generaciones pasadas, ya que pasamos la mayor parte de nuestras vidas pegados a pantallas, entre televisión, ordenador, móvil... Y esto puede ser una de las causas de nuestro problema, por ejemplo, mientras vemos la tele, podemos hacer infinidad de cosas a la vez, comer, hablar con alguien, leer..., pero nuestra intención es estar entretenidos, y si en ese momento la tele no lo cumple, nos ponemos a hacer otra cosa sin ningún problema. Esto puede ser algo parecido a lo que nos pasa, mientras estamos en clase sin que nadie nos entretenga, aburridos, nos ponemos a hacer otra cosa, ¿y que podemos hacer? Pues hablar con los compañeros.
La clase del jueves fue una especie autoevaluación, en ella Merino nos entregó unos papeles con todos los puntos de como debía ser en teoría una clase de filosofía y como se evaluaría, los leímos, y nos comentó que podíamos llevarla de dos maneras, la primera y única probamos hasta ahora, mediante una participación activa, con intervenciones frecuentes, escuchando a los demás y debatiendo. Y la segunda, como todas las demás clases, con teoría, exámenes, etc, lo que se podría llamar una clase pasiva, donde lo único que tenemos que hacer es sentarnos en nuestros sitios, estar callados y aprobar los exámenes. Evidentemente esta segunda forma surgió porque no cumplimos la mayoría de los puntos de la primera, cosa que sí queremos que las clases sigan siendo como hasta ahora, debemos corregir.
Sigo sin verte y sin saber de ti. Me da la impresión de que te ocultas detrás de tus palabras (muy correctas, por otra parte)
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